Happiness of a beginner

Fácil de aprender, sin mucha técnica, solo un buen sentido del equilibrio y ya puedo disfrutar de un caluroso día de verano en el agua.

Un domingo por la mañana, tranquilo, sin viento y cálido. La superficie del agua es un espejo. Por suerte hemos salido muy temprano y estamos todavía solos. Ideal para principiantes y para hacer los primeros ejercicios de yoga en la tabla.

 

Asselt, un pueblecito al otro lado de la frontera entre Alemania y Holanda cerca de Roermond, tiene un pequeño puerto de veleros y está situado en un brazo del río Maas.

 

Mi tabla no es muy grande, eso habría sido un poquito más fácil. Reacciona al mínimo movimiento, por eso ,al principio, lo mejor es simplemente dejarse llevar. Tres paladas a la derecha, tres a la izquierda, así deslizo hacia atrás mis pensamientos. La estela los recoge y los disuelve.

 

Respiro hondo, estoy centrada, de esta manera me dejo llevar por la suerte del principiante. Poco a poco la tabla y la pala se vuelven una prolongación de mi propio yo.

Mi conciencia del momento presente me mantiene en equilibrio un buen rato, puedo mirar hacia arriba y hacia atrás, arrodillarme con cuidado sin perder la estabilidad.

 

Pero, ¡ay! en cuanto salgo de este momento, se desliza un pensamiento hacia delante y entonces ocurre. El equilibrio desaparece, me tambaleo y ¡zas! estoy en el agua. Pero da igual, porque la sensación aquí es tan buena o mejor que arriba en la tabla. Me gusta mucho nadar, sobre todo al aire libre.

 

Así que tengo que subir otra vez a la tabla, encontrar el centro y continuar. Aparecen los primeros veleros y paso remando junto a un cisne negro y sus polluelos.

 

Las nubes se acuestan en el agua y lo que pasa en en cielo se refleja delante de mí.

 

¡Una mañana de domingo realmente hermosa...!