Tour Tirol Italiano 2016

Similaun y Pfossental

Cuando encontramos lugares con magia, sitios fantásticos en donde sólo se tienen pensamientos hermosos o quizás, incluso, no se tienen pensamientos, allí deseamos regresar siempre.

Hay un jardín maravilloso en las fuentes termales del hotel Villa Tivoli, Via Giuseppe Verdi 72, Merano. El romero crece aquí entre las rocas de pizarra y las aguas curativas fluyen directamente a la piscina.
Es la tercera vez que estoy aquí. Con Tomás, tras haber cruzado los Alpes, con Carmen, despúes de recorrer la Via Alta de Merano y ahora, de nuevo con Carmen al final de una ruta alpina.

Hacer trekking con mi amiga española es ir acompañada de la alegría pura. No importa qué largo sea el camino, qué alta la montaña o qué pesada la mochila. Carmen siempre se ríe.

Físicamente no estábamos igual de preparadas. Carmen estaba en plena forma porque había entrenado varias veces a la semana. Yo, por el contrario, me había lesionado el talón de Aquiles y durante semanas no había podido andar bien. Afortunadamente,  gracias al excelente masaje energético de Heike, suaves estiramientos y ejercicios ligeros, pude volver a caminar sin dolor unos días antes del comienzo de nuestro viaje.

Por fin, el 30 de junio salimos desde Tisenhof hacia el refugio Similaun. Es una subida fuerte hasta los 3.200 m y, como muy tarde a mitad del ascenso , uno se pregunta por qué lo hace. La respuesta es sencilla: es un auténtico placer contemplar desde arriba el lugar donde uno se encontraba antes. Mirando hacia atrás se veía siempre allá abajo el brillante y diminuto punto azul turquesa del embalse de Vernago.

El tiempo era inestable y parecía que caían rayos cuando alguna roca se desprendía desde lo alto. Nunca había oído nada parecido. Las rosas de los Alpes, miniesquejes de los grandes rododendros del Himalaya, nos acompañaban durante el camino, además de ranúnculos, prímulas y nomeolvides.

La flor es la luz de las hojas y a mayor altitud más intenso es su color, pues el verano es corto y puede incluso nevar.

El último tramo suele ser con frecuencia el más empinado. Sin embargo, no pensábamos en ello porque, de todos modos, uno no piensa mucho cuando sube constantemente. Nunca preguntábamos a los que bajaban cuánto nos quedaba aún. Teníamos nuestros propios trucos para superar los tramos peores pues cada flor, cada panorama o un trago de agua fresca del arroyo eran siempre una buena razón para detenerse y tomar aliento.

Pues puede ser liviano y durar más de lo que indican las guías de rutas.

El refugio Similaun está en el paso entre dos valles, el Schnals y el Ötz, entre el Tirol italiano y Austria, entre la vertiente soleada y los Alpes centrales. 
Aquí fue hallado en 1991, entre el hielo del glaciar, el Ötzi u hombre de Similaun, una momia de más de 5000 años. Además es el punto más alto de la E5, la clásica ruta transalpina.

Llegamos temprano al refugio y, para nuestra gran alegría, nos asignaron una habitación doble en lugar del dormitorio colectivo. Era un cuarto pequeño y austero para dos días y dos noches. Una moneda por tres minutos de ducha caliente, ropa seca y un descanso antes de la cena era todo lo que necesitábamos.

Poco a poco empezamos a sentir esa libertad que se expande cuando uno se concentra solo en lo esencial.

El día siguiente fue sensacional. Nos habría gustado subir por el glaciar hasta la cima del Similaun. Hubo quien lo hizo pero en grupo y con guía de montaña. Esa mañana el azul sobre nuestras cabezas era impresionante y mirábamos no hacia el cielo, si no dentro  del cielo. El horizonte era una línea nítida entre un blanco cegador y un azul clarísimo. Como no teníamos  crampones ni tampoco guía, decidimos caminar hasta el lugar del hallazgo del Ötzi pero enseguida nos topamos con un nevero. Se podía distinguir claramente el camino un poco más allá, pero delante de nosotras se abría una inclinada pendiente cubierta de nieve. En cuanto Carmen la vio, dijo:  “Bueno, bueno, bueno, Luca,  para mí no es“. La decisión estaba clarísima. Yo me aventuré, pero al cabo de unos metros me quedé atascada en la nieve y di media vuelta.

Nos habíamos rendido, que no es lo mismo que fracasar. Rendirse es una decisión consciente; fracasar es sufrir por haber fallado al final de un proceso inconsciente. Es como el guerrero y el luchador: el guerrero siempre sabe cuándo termina la lucha.

Después fuimos hasta el refugio Martin Busch, bebimos café de filtro e iniciamos el camino de vuelta saboreando con anticipación la alegría de vivir y el ambiente italiano del refugio Similaun. Este es más agradable, más bonito y confortable. La cena, además de calmar el hambre, es realmente sabrosa. En este refugio se respira una atención que va más allá de la mera utilidad.

Pues puede ser no solo liviano, sino también bonito. Se nota en las pequeñas cosas, en un gesto o en una mirada amable de la gente del Tirol italiano.

Con la ropa pasa lo mismo. En los Alpes del norte la ropa cumple su cometido de prenda funcional, preferiblemente de color negro o en tonos terrosos, combinada con una blusa a cuadros y una edelweiss estampada en algún sitio.
Sin embargo, los italianos también son elegantes en la montaña, las chaquetas son de talle corto y los colores se ven desde lejos. Hasta las botas son llamativas. Pues en todo puede haber levedad, placer y belleza.

La sabiduría en la montaña es simple: si uno sube, tiene que volver a bajar, con la diferencia de que bajando las ampollas salen en los dedos en lugar de en los talones. Si te giras durante el descenso, te sientes más pequeño y la posibilidad de resbalarse aumenta cuanto más mires hacia el valle.
La noche anterior, Carmen había tenido una pesadilla y, de repente, en la parte más inclinada de la bajada, sintió que el miedo no le dejaba continuar.
Como es muy cautelosa, se para a observar lo que le está pasando. Y eso me da tiempo a mí también a deterneme. Inspirar profundamente, confiar y un ejercicio conjunto de Integración en el Corazón son los pasos que nos llevan poco a poco hasta un pedregal donde ya no es tan empinado.

Son los pensamientos positivos los que disuelven el miedo.  Es un sentimiento intenso, más fuerte que la esperanza o la confianza, es fe, una palabra que no tiene traducción en alemán. La creencia  en el sentido de todas las cosas, en la plena luz y al mismo tiempo en lo que no tiene fin, disipa el miedo. 
No es sencillo el soltar , pero puede ser, y de pronto, es, muy liviano.

Por supuesto, logramos descender y en Kartaus encontramos un restaurante para la comida del mediodía: knödel de berenjena sin grasa, pues también la comida puede ser liviana.
Anne-Marie, la camarera, nos contó que había sufrido una embolia pulmonar y pensaba que ya nunca volvería a subir una montaña, y cómo durante la convalecencia empezó a intentarlo, un poco más arriba cada día, hasta que al cabo de dos años consiguió llegar por fin a la cima de un tres mil. ¡Qué hermoso! ¡Qué gusto!
También después de una grave crisis puede volver a ser liviano.

Pasamos la noche siguiente en el valle di Fosse (Pfossental), en el Mitterkaser Alm.
Las rutas de la Via Alta de Merano son más relajadas, invitan a la meditación y siempre se encuentra aquí o allá un paraje plano para poder hacer ejercicios de estiramiento.
El desayuno en el Mitterkaser Alm se compone, a excepción del café orgánico, de productos caseros: el jamón, el queso, el pan, la mantequilla y la mermelada, todo se elabora allí y tiene un sabor delicioso. Aunque la gente aquí trabaja mucho, tiene siempre tiempo para charlar un rato.

Con gusto hablan de su vida en la montaña y de la sensación de libertad. El hecho de que no muestren interés por lo que pasa más allá de sus montañas, se puede considerar como una especie de paz interior en el sentido budista. A nosotras nos gustó.

Esa mañana, el sol brillaba con tanta fuerza que los esquistos nos deslumbraban al andar. Llegamos hasta el final del valle, desde donde todavía hay una hora y media para llegar al refugio Stettin, o mejor dicho, al refugio provisional, ya que el original fue destruido por una avalancha de nieve hace dos años.  Vale la pena echar una ojeada a las fotos para hacerse una idea de lo que le depara el futuro a este lugar.

Hace tiempo que comprendí a qué se refiere un viejo amigo cuando dice que los Alpes son un jardín: la naturaleza salvaje ya no existe. Hasta la misma cima de las montañas es un paisaje cultural , una naturaleza influenciada y modificada por muchos pueblos. Bellos, majestuosos, peligrosos también, pero no salvajes, como otras montañas fuera de Europa.    

Salimos desde el Mitterkaser Alm, pasando por prados de lirios llorones, en dirección a Montferthof, en la Via Alta de Merano. Solo muy de vez en cuando nos cruzamos con alguien en el camino y así, caminando en ese silencio, se llega casi a un estado de trance.

Al cabo de un rato, la mente desconecta, te haces uno con el todo  y el pie sabe instintivamente qué piedra aguantará el cuerpo. Una energía mucho más grande asume de pronto el movimiento y en este momento ya no es necesaria ninguna técnica, el cuerpo  por sí solo va acumulando las experiencias en cada célula. 


Montferthof es una pequeña granja ecológica en una ladera empinada con sirope de menta, camas confortables y una comida deliciosa. Dormimos divinamente y más de lo habitual, y a la mañana siguiente tomamos el autobús de Katharinaberg a Merano. 

Hay gente que todos los años se plantea la misma pregunta: ¿al mar o a la montaña?
Tenemos la tendencia a comparar para excluir después una de las dos opciones. 
El verbasco, sin embargo, sabe hacerlo mejor, ya que lo mismo crece en los Alpes que en las dunas de Wissant.

Pues la montaña es la hermana del mar y el cielo brilla sobre ambos.

Lo que no he contado:

-    las dolorosas agujetas y mi estado de agotamiento en el aeropuerto de Verona
-    Paul, de Kartaus, quiere llevarnos en septiembre a la cima del Similaun
-    la mañana de compras por la Laubengasse de Merano
-    la decisión de Carmen de llevar solo 6 kg en la mochila el año que viene
-    las ganas de hacer excursiones juntas en Argentina, desde Bariloche
-    la alegría sin razón, que vibra en todo momento

 

Roca sonora – Los espíritus dormidos de las montañas

Con su voz puede despertar las energías ocultas de esta roca de porfirio. Introduzca la cabeza en una cavidad y susurre. La roca le devolverá el sonido en forma de vibración, que Usted sentirá hasta la punta de los pies. Lavibración es similar a un masaje curativo. Las culturas antiguas usaban estas oquedades de las rocas con fines terapéuticos, para la sanación y para la meditación.