In the Middle of Germany

Una excursión por las montañas de Rothaargebirge

Eran las semanas más calurosas del año, el termómetro rozando siempre los 40º y pensamos que en Sauerland a una altitud de 800 m quizás haría más fresco. Carmen y yo encontramos un hotelito muy bonito en Willingen y reservamos una habitación para dos noches. 

http://www.angelikas-hotel.de/

Cuando llegamos Angelika y su hija, las propietarias del hotel, nos aconsejaron una ruta de senderismo, Rothaarsteig, de Brilon a Willingen, un recorrido de unos 20 km en su mayor parte por bosque que hicimos ese mismo día.

Angelika nos llevó en coche hasta Petersborn, al sur de Brilon, y allí empezamos. Queríamos llegar al mediodía hasta Bruchhausener Steine, unas formaciones rocosas impresionantes que se ven desde lejos sobresaliendo del bosque. Antes se pasa por las ruinas de un poblado de 1000 años de antigüedad cercanas a una encantadora capilla, la Friedenskirche o iglesia de la paz. Este es un Lugar de Poder, de los que  encontraríamos más a lo largo del camino.

 

En Bruchhausen nos paramos a recuperar fuerzas en el Rosenbogen, un café-restaurante de una finca donde comimos gofres de espelta  con requesón de finas hierbas. Queríamos algo ligero porque realmente hacía mucho calor.

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Desde allí retomamos el camino a Willingen, ahora otra vez muy empinado.

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La siguiente etapa era Richtplatz, a donde llegamos completamente rendidas.

 

Al día siguiente escogimos un sendero por Hochheide, un terreno de brezales, hasta el Langenberg, que con 843 m es la montaña más alta del Norte de Renania-Westfalia. En Willingen hay una estación de esquí y pudimos subir en góndola. Nos sorprendió encontrar tal abundancia de arándanos silvestres a los lados del camino.

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Estos son los bosques de los hermanos Grimm de Göttingen; los bosques por los que paseaba el escritor ya olvidado Jürgen von der Wense; los  bosques que azotó el huracán Kyrill en enero de 2007 a una velocidad de 225 km/hora; bosques en los que se guarda silencio y se escucha a los pájaros.

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Y así el Sendero Dorado o Goldener Pfad resultó ser otra sorpresa que nos invitó a una pequeña meditación contemplando las copas de los árboles. 

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Pasando el Langenberg volvimos al hotel en Willingen.

 

El alojamiento de Willingen fue una buena elección y les agradecemos a Angelika y a su hija el amable recibimiento y el trato recibido.